domingo, 16 de febrero de 2014

Alma de loba

Caminaba yo sin rumbo por la oscuridad del bosque, cuando de repente de entre los arboles apareció la silueta de una hermosa loba blanca. Al verla me quede totalmente paralizada, sus hermosos ojos negros brillaban en la oscuridad bajo la magia de una luz inmortal, su alma. Ella permaneció quieta, observaba curiosa mis movimientos. Lenta y temerosa me acerqué a ella, la loba me miró tan solo un segundo más y se dio la vuelta para marcharse.
Movida bajo el hechizo de su mirada decidí seguirla. Sus pasos eran firmes a la vez que ligeros, se movía como si un de un espectro se tratara, silenciosa y segura avanzaba por la espesura del bosque.
No recuerdo cuanto tiempo pudo pasar, quizá fueron tan solo unos segundos, quizá unos minutos o unas horas, tal vez días e incluso meses, aunque ciertamente podrían haber pasado incluso años.
Durante aquel tiempo ella no se giró ni un momento, parecía que no hubiera advertido mi presencia, pero yo sabía que sentía que que estaba detrás de ella. Entonces, me di cuenta que ella que quería que la siguiera.
Continué andando siguiendo sus huellas hasta que llegamos a un hermoso valle, solo entonces la loba se detuvo para mirarme. 
Al ver de nuevo la cara del animal me sorprendí, sus ojos habían cambiado de color. Ya no eran negros como el carbón, sino de un color azul oscuro como el océano.
Lentamente me acerqué a ella, quería ver esos mágicos ojos de cerca, quería saber que aquello era real y no era tan solo un sueño.
Cuando estaba a tan solo un par de pasos de ella, la loba giró la cabeza para observar el lago. La forma en que lo hizo pareció indicar que quería que yo mirase. Con cuidado de no resbalar, me acerqué a la orilla para ver que era aquello que quería que viese.
Al ver la imagen que se reflejaba en la superficie me sorprendí y ahogue un grito. Aquello era muy extraño, cuando me incline sobre el agua en el lugar en el que debía aparecer mi reflejo aparecía el de la loba, y donde debía aparecer el suyo... nada.
Levante la vista para mirarla, pero ella ya no estaba allí. ¿Qué significaba eso?, ¿era yo la loba? No... eso era imposible... ¿o no?
Ella era segura de si misma, hermosa, tranquila y serena. Mientras que yo... yo no era así, sino mas bien todo lo contrario.
Cuando estaba a punto de intentar convencerme de que me había vuelto loca, una voz habló en mi cabeza: "Tu no eres frágil, eres fuerte, mas de lo que te imaginas. No te rindas y lucha por lo que crees."

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